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La práctica de la poesía como celebración y misterio


por Rafael Courtoisie

“La  respuesta es la tristeza de la pregunta”, afirmaba Fernando Pessoa.
Pues bien, la poesía de Thomaz Albornoz está hecha de una alegría honda donde cada texto es a la vez un descubrimiento del mundo y una interrogación continua sobre el mundo.
Si se recorre la riquísima tradición poética en portugués, y en particular la poesía brasileña del siglo XX, se encuentra el referente fundamental del Concretismo, la reflexión de los hermanos Augusto y Haroldo de Campos que retomaron y re significaron intelectuales como Octavio Paz y Umberto Eco, la vertiente realista e hiperrealista de un Ferreira Gullar y, en otro extremo, el coloquialismo comunicativo de Carlos Drummond de Andrade,  las micro ficciones poéticas  con elementos narrativos de Manuel  Bandeira, o la delicadeza firme y exacta de Cecilia Meireles,  por citar solo algunos nombres entre decenas de valiosos poetas.
De esa tradición proviene Thomaz, pero también del profundo conocimiento y frecuentación de la poesía latinoamericana fundamental en español: Vallejo, Neruda, Blanca Varela, Sabines. Pero esta suma poética de considerable extensión se explica por un salto cualitativo entre esas tradiciones brasileña y latinoamericana en español y un proyecto lúcido, comunicativo, que se ha ido edificando  a lo largo de décadas mediante el empleo de diversas herramientas expresivas y el ejercicio gozoso y preciso de la traducción que ha permitido esa soltura y esa luminosidad expresiva características de Albornoz, una construcción sintáctica de ritmo propio, una riqueza lexical singular en Latinoamérica.
Hace ya algunas décadas, el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal ensayó una clasificación de la poesía latinoamericana en dos grupos: interiorista, que refiere y expresa elementos radicalmente subjetivos, traduce realidades emocionales interiores y es , en definitiva, producto de una especie de introspección a veces reflexiva y metafísica, a veces esteticista y afectiva; la otra es  exteriorista,  parte de la realidad social inmediata y  refiere a sucesos exteriores, se desarrolla en un vector mayormente denotativo y en ocasiones está amarrada a una circunstancia social concreta.
 La poesía escrita por Thomaz se desarrolla, en su parte esencial, entre 1985 y 2018. Son treinta y tres años de poesía, tres décadas de búsqueda y decantación, de hallazgos que permitieron nuevas y más fecundas búsquedas, en un proceso progresivo y coherente, en donde cada nueva época conlleva formas más sutiles y precisas de interrogar al mundo a través del lenguaje, formas que van fundando una alegría poética con un pie en cada siglo, que permiten que el lector asista a este tránsito entre el siglo XX atribulado y amoroso y un siglo XXI de cambios vertiginosos pero también de certezas.
La poesía de Thomaz Albornoz es, a lo largo de los años, interiorista y exteriorista. El poeta combina con maestría el uso de la función connotativa del lenguaje, y logra dar cuenta de una profunda percepción de la naturaleza íntima de los objetos, de las acciones humanas, y de sí mismo, de ese yo lírico intransferible y reconocible. Por otro lado, el mundo poético de Albornoz está notoriamente vinculado a la realidad que todos vemos y palpamos, emplea la función denotativa del lenguaje para que el referente siempre se perciba concreto y claro, reconocible, pero transformado por el acto de creación.
Es la alegría de la pregunta, de la exploración del mundo interior y exterior, lo que sostiene este notable proyecto poético a lo largo de décadas: Thomaz ha ido creciendo en el alcance de su decir, pero también en la intensidad con que su estar en el mundo se testimonia inicialmente en una poesía de tono amoroso pero que ya desde el principio plantea un más allá erótico, la posibilidad de relación sujeto-objeto a través de la mirada.
Un ejemplo nítido se disfruta en el poema “Eu não sou outro” perteneciente al libro “Renée” de 1985:
“Eu não sou outro
senão este
que nasce agora dos teus olhos
(…)
Amor que inunda a noite para ser a noite”
(“Yo no soy otro/sino este/que nace ahora de tus ojos/ (…)/Amor que inunda la noche para ser la noche”).
Ese “amor que inunda la noche para ser la noche” plantea un ejercicio introspectivo y de construcción de identidad en el vínculo, transforma la posible expresión  erótica en una mística de la mirada.
Aproximadamente diez años después, en el libro “Sol sem imagen” (1996) el decir de Albornoz se ha concentrado todavía más en ciertos textos que por su brevedad, su ritmo y su sonido parecen piezas de delicada orfebrería que refieren elementos exteriores mediante imágenes que sirven de fundamento a la construcción del poema, en “A Onda”:
“Emerge no mar a onda
Suspenso tempo no ar
Faz ondas no ar a onda
Imerso tempo no mar “
(“Emerge en el mar la ola/ tiempo suspendido en el aire/ hace olas en el aire la ola/ inmerso tiempo en el mar”).
Aquí el objeto exterior de la ola es concreto y objetivo, absolutamente reconocible, pero a su vez pasa a ser motivo y modo de interpelación a la realidad y su percepción, pasa a ser elemento de la metáfora.
En el libro “Exilio” (2008) la poesía de Albornoz suspende el tiempo y por momentos propone transformar el espacio. Desde el título se plantea la temática del desarraigo y la identidad. Es exterior e interior a la vez, es percepción de la realidad y a la vez expresión de la transformación interior. En el breve poema “Pampa sin fin” hay una mutación y anulación de la distancia lograda en tan solo dos líneas:
“Me torno distância contemplada
E já não há distancia”
(“Me vuelvo distancia contemplada/ Y ya no hay distancia”).
Unos años después, en el libro “Versos para poemas nao escritos” (2015) Albornoz Neves lleva a cabo un proceso de deconstrucción, un montaje de versos breves, casi aforismos, que permite apreciar la fenomenología de su creación y su avance hacia una expresión extremadamente mesurada y compacta, de una intensidad formidable: cada línea es una unidad de sentido, como prescribía el gran chileno Vicente Huidobro, cada verso da coherencia e impulso al  conjunto como un poema único compuesto a sus vez de células poéticas breves y autosuficientes.

Como ejemplo de concisión filosófica:
“Teu silêncio conta a favor das palabras”
(“Tu silencio cuenta a favor de las palabras”).

Como ejemplo de reflexión sobre la creación y el creador:
“Para o poema todo poeta é póstumo
Para a poesia recém nascido”
(“Para el poema todo poeta es póstumo/ Para la poesía, recién nacido”).

Como acercamiento al poeta como “vidente” en el sentido de Rimbaud:
“A malha que tece a poesia
tece a premonição”
(“La trama que teje la poesía/ teje la premonición”).

Como relación dialéctica y estética de la creación y el creador:
“A poesia volta ao poeta com a beleza do poema”
(“La poesía vuelve al poeta con la belleza del poema”).

Luego de esa micrología de intensidad formidable, Albornoz Neves se expande, hace el poema de largo aliento y la cadencia envolvente de los versos libres dispuestos con peculiar sentido del ritmo en “No capuz do olhar” (2018). Allí se brindan largos poemas pródigos en intertextualidad y referencias biográficas y literarias, construyendo un sistema poético rico en vocabulario y conocimiento erudito, de una gran soltura y frescura en el decir y a la vez dotado de una profunda gestualidad vital.
Su obra poética de más de tres décadas de constante trabajo muestra a Thomaz Albornoz Neves como uno de los autores más importantes del Brasil contemporáneo. La suya es una propuesta sólida y comunicativa, es un poeta pleno que explora e interroga al misterio en una ceremonia pletórica de luz y palabra.
*
*
*
Seis poemas de Thomaz Albornoz Neves
(Traducción al español de Blanca Varela)


Es infinito el oscuro del cuarto
y el tiempo su ausencia más pura
Todo está unido, el abrazo al sueño
el sueño al espacio en arco
En mí te hundes, de ti resurjo
y me haces nuevo, el mismo siempre
cada vez más igual a nosotros
El centro de uno dentro del otro

*

Yo no soy otro
sino este
que ahora nace de tus ojos
Y ahora no es más
que una fisura en el tiempo
fuente en la quietud
Amor que inunda la noche para ser la noche

*

Silencio de ojos cerrados
De oscuro con enjambres
Por arder, casi no eres
Es tu peso el de la llama
que no toca la mecha
Quién sostiene, si ya no soy?
Es anterior al principio
este sopor sin memoria

*

Yo digo tu nombre
Suena a silencio
que rodea un talismán
En la piedra, el Tritón caído
el labio agrietado
el escorbuto
Tu nombre
soplo nocturno
sin esta luz al final de gantois

*

Más allá de la mirada
las dunas giran al viento
la misma bahía sin fin
Nada cambia o se repite
La sal brilla en la bruma
a cada vuelta del faro
Y del balcón nos parece
que todo parte naciendo
La marea desagua, avanza
inunda la isla donde hay un lago

*

Un poema sobre el destino
que despierte el futuro en la memoria
Meditado sin palabras largo tiempo
Un poema no escrito
La poesía basta, emana en sí misma
La poesía es una luz sin pensamiento
Un poema en silencio
para migrar juntos por cielos opuestos
Que te siga con presentimientos
e ilumine el valle a destellos
antes que el valle surja en el horizonte

(de Renée, 1985)

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